3 consejos para utilizar el Storylearning como metodología formativa
Desde la antigüedad los seres humanos hemos utilizado las historias para enseñar. Las historias son una poderosa herramienta de aprendizaje porque activan nuestras emociones, y las emociones son las que hacen que lo que escuchamos quede grabado en nuestra memoria. Las historias son amenas, nos enganchan y nos conectan con los demás.
Por eso en Moebius utilizamos el storytelling en nuestros proyectos de formación y gestión del cambio. Y como más nos gusta hacerlo es por medio de una serie que sirve de hilo conductor de todo al proceso formativo. A esta metodología la llamamos Storylearning. Durante estos últimos años la hemos puesto en práctica en muchos clientes, aprendiendo y desarrollándola. Ahora sabemos lo que funciona, y también lo que no funciona. Por eso, si estás pensando en utilizar el Storylearning como metodología formativa, nos atrevemos a darte tres consejos que te ayudarán a tener éxito.
- Introduce un punto de trasgresión en tu historia. Reconozcámoslo: las consultoras y los profesionales de Recursos Humanos nos hemos vuelto terriblemente aburridos. No hay más que ojear una publicación de Recursos Humanos para comprobar lo extendido de los clásicos mantras. “El verdadero líder es un desarrollador de su equipo”, “Es necesario alinear la función de Recursos Humanos con la Estrategia Corporativa”. Incluso en temas relativamente nuevos, los profesionales del mundillo de los Recursos Humanos hemos sido capaces de acuñar lugares comunes, ¿o es que nunca has escuchado a alguien decir “La transformación digital va de personas”? Así que ya sabes, tienes que romper con todo eso. Y plantear algo que realmente sea diferente al envoltorio en el que vienen los clásicos programas de formación y desarrollo. Funciona muy bien introducir elementos fantásticos en la historia, que sorprendan y despierten la imaginación del participante. Y por supuesto, nada mejor que utilizar el humor y, por qué no, ser una pizca irreverente. Sin llegar a perder los papeles, claro está.
- Busca la conexión con los participantes. La identificación con los personajes y con la historia es fundamental para conseguir que la gente se enganche a nuestra historia. Las dificultades que atraviesa el protagonista son la que constituyen la verdadera esencia de una buena historia. Si consigues que las dificultades del protagonista sean compartidas por los participantes, el éxito estará asegurado. Rodar la historia en las instalaciones de la empresa, que se vean sus productos y sus clientes y se utilice su jerga propia y exclusiva genera conexión con el participante. Los personajes secundarios son un componente importante de la historia y una buena forma de dar visibilidad a los distintos tipos de empleado que forman la empresa. Y, por qué no, planificar “cameos” en la historia de directivos o empleados especialmente conocidos es una garantía de que la gente verá la serie… aunque solo sea por curiosidad.
- Asegura la experiencia transmedia. Una de las claves de The Walking Dead es que superó el formato serie para convertirse en un universo transmedia. The Walking Dead no es solo una serie: es un cómic, un videojuego y una serie de webs y apps oficiales. La serie actúa como macro historia o nave nodriza que conecta cada uno de los elementos del universo. Para que la magia funcione es necesario garantizar la consistencia a lo largo y ancho del universo. No puede haber incoherencias, los personajes tienen que tener el mismo aspecto e incluso comportarse de la misma forma. Cuando utilizas Storylearning como metodología formativa es imprescindible garantizar la experiencia transmedia. Los talleres presenciales, los materiales, la comunicación del programa… tienen que respirar la misma imagen y los personajes de la historia han de estar presentes en todas la experiencia de participante. O dicho de otro modo: si queremos que la experiencia de participante sea realmente extraordinaria es imprescindible alinear las diferentes metodologías formativas incluidas en el programa. De lo contrario, terminaremos con la magia.
En definitiva, seamos originales y no caigamos en el encorsetamiento y la endogamia tan propia de la función de Recursos Humanos. Busquemos puntos de conexión con nuestra audiencia y empaticemos con ella. Y aseguremos que la historia no está presente solo en una web serie, sino que llega al participante por diferentes canales de forma consistente y homogénea.
Si tenemos éxito y somos capaces de crear una buena historia, seremos capaces de captar la atención de nuestro público y hacer que el tiempo que destinan a “enredar” (todos lo hacemos en mayor o menor medida en nuestro trabajo) lo dediquen a formarse y no a ver los memes que les llegan por WhatsApp.
Y si conseguimos que los empleados, a la hora del café, charlen sobre nuestra serie, habremos conseguido el objetivo de todo contador de historias.
Daniel Cordón es Socio Director en Moebius Consulting
La transformación nos pide historias
Nunca antes, al menos no durante los años que llevo ayudando a empresas a transformar sus organizaciones para competir mejor, he visto una mayor necesidad de reforzar las capacidades de los profesionales.
Si crees que en estos años las cosas han cambiado mucho, espera a ver el impacto en los mercados y las empresas de las nuevas tecnologías exponenciales: 5G, blockchain, machine learning, computación cuántica… En el improbable caso de que puedas hacer una mínima previsión de cuánto y cómo pueden impactar, prueba ahora a combinarlas entre sí y vuelve a intentarlo. Poco sabemos de cómo van a cambiar las cosas, entre otras razones porque hacer un ejercicio proyección en un entorno tan complejo no tiene sentido. Pero a nadie se le escapa que va a ser mucho y en poco tiempo.
Para reaccionar, las empresas adoptan nuevos tipos de organizaciones que les ayuden a ser más innovadoras, estar más centradas en sus clientes, aprender mucho más rápido, experimentar constantemente, estar más interconectadas y, en general, ser mucho más ágiles. Aunque pocas llegan en el medio plazo al nivel “teal” que nos propone Frederic Laloux en su libro “Reinventando las organizaciones”. Incluso el nivel anterior, el verde, se me antoja un cambio titánico para muchas grandes organizaciones.
Ya sea por cambios derivados de las nuevas tecnologías o por las respuestas de las organizaciones, las empresas tienen que ayudar a sus profesionales a desarrollar nuevas capacidades con gran rapidez. “Reskilling” es el nuevo “palabro” del que vamos a hablar todos los profesionales de Gestión de personas.
Pero desarrollar capacidades en los tiempos que corren es especialmente complejo. Vivimos tiempos de saturación de información y estímulos que están cambiando, literalmente, nuestros cerebros y haciendo que la atención sea un bien cada vez más escaso. Tenemos poco tiempo, y por ser coherentes con el principio ágil de empoderar a las personas, estamos dándoles responsabilidades para liderar su propio desarrollo cuando históricamente les hemos entrenado reactivamente. La necesidad es mayor que nunca y las condiciones son las más retadoras, el riesgo es evidente.
En general, los itinerarios de aprendizaje funcionan bien, pero no se están consiguiendo los objetivos de participación que requieren los grandes procesos de transformación. Muchos participantes se desorientan o se pierden y lo dejan. Otros, cada vez menos, ni empiezan.
Tenemos un aliado en una práctica que está presente en todas las culturas, que es una parte fundamental de lo que cohesiona a las familias; lo que nos ha ayudado a recordar lo que cada generación quería que perdurase en su legado. Las historias.
Las historias están dentro de nuestro ser, llevamos milenios contándolas, todas las culturas tienen narradores que nos ayudan a recordar quiénes somos, de dónde venimos y quién podemos ser. La técnica de la narración está tan vertebrada en nuestras culturas que se ha propagado a otros campos: político, histórico, jurídico e incluso psicológico. Y nuestro cerebro plástico se ha adaptado a conectar con las historias.
El “Storytelling” es el arte de contar historias, con la intención de transmitir a quien nos escucha un mensaje, con el fin de que lo interiorice y tenga un significado especial para él o ella. La aplicación de técnicas de “storytelling” a programas de formación es lo que en Moebius llamamos “Storylearning”.
Tienen dos elementos importantes que mejoran la calidad del aprendizaje, activa las emociones (por tanto, el interés y la atención) y aportan una estructura que nos resulta sencilla de seguir. En un itinerario de desarrollo “blended” con multitud de actividades de muy distinto tipo, es un agente cohesionador fundamental.
Cuanto más lo aplicamos, más nos damos cuenta de su poder movilizador y cohesionador de itinerarios. Hemos descubierto varios aprendizajes que nos ayudan a hacerlo mejor. En próximos posts compartimos más, pero el primero es que no podemos pensar en storylearning solo como una iniciativa de comunicación de un proyecto. Es mucho más, nos da mucho más y requiere trabajarlo mejor.
¿Mejoramos el aprendizaje contando historias?

Aprender para sobrevivir
La huelga de taxis en Madrid de febrero dio para muchos titulares, a mi su conflicto con los VTC me hizo reflexionar sobre la velocidad a la que evolucionan los negocios, y como monopolios históricos se han encontrado con grandes competidores que ni siquiera esperaban.
Esta ha sido la tónica en los últimos años, la rapidez con la que se crean nuevos negocios digitales ha transformado sectores por completo. Las discográficas contra Spotify, el sector hotelero contra Airbnb, y las grandes superficies y pequeños comercios contra Amazon. Todos ellos están haciendo verdaderos esfuerzos por encontrar nuevos nichos de mercado y formas diferentes de hacer las cosas para sobrevivir: el resurgimiento del vinilo, los nuevos canales digitales de venta (cada vez con plazos de entrega más cortos) y los nuevos servicios hoteleros para captar a los millennials (servicios low cost y con foco en mejorar los servicios en la zonas comunes) son solo algunas muestras de diferentes estrategias para seguir en el tablero de juego.
Viendo cómo han evolucionado estos negocios en los últimos años, todos, incluido el sector del taxi, deberíamos tener la necesidad de reinventarnos constantemente y estar preparados para el siguiente competidor, tenemos que hacer las cosas de forma diferente para sobrevivir en un entorno cada vez más cambiante.
Hace 4 años, un buen cliente me dijo “realmente lo vas a tener complicado en los próximos años con tus nuevos competidores, ¿por qué va a pagar nadie por una experiencia de aprendizaje digital si cualquier usuario puede aprender gratuitamente a través de recursos que hay en la red?” Me decía que con la cantidad de vídeos TED disponibles, las charlas o tutoriales que se pueden encontrar en YouTube, o todos los mooc que había disponibles en la red, cómo iba nadie a comprar algo que podía conseguir gratis, y de buena calidad.
Efectivamente en la red hay miles de recursos que se pueden utilizar sin coste alguno, pero si algo he visto estos últimos años, es que por sí solos, estos recursos no significan nada. Puedes tener un paquete de contenidos de muy buena calidad, pero eso no te garantiza que los empleados accedan, o que si acceden vayan a aprender algo que puedan invertir en el negocio. Que uno de tus empleados consuma un mooc, no garantiza que haya adquirido el aprendizaje que la compañía necesita.
No se trata solo de tener unos contenidos de calidad (de pago o gratuitos), se trata de darle a los empleados lo que realmente necesitan. Todo ello hace que el rol del curador de contenidos en el equipo de L&D sea tan importante, hay que saber localizar buen contenido, y darle la posibilidad de acceso a aquellos que realmente lo necesitan. Algunas compañías de tamaño medio no acaban de encontrar una solución de aprendizaje digital que de respuesta al 100% de sus necesidades: ven catálogos visualmente muy atractivos pero con un contenido alejado de su realidad, o catálogos específicos que no abarcan todas sus necesidades de aprendizaje,… al final optan por desarrollar contenidos propios e ir comprando de catálogo aquello que necesitan en cada momento.
Es complicado que un recurso de aprendizaje aislado que he encontrado en la red genere una gran transformación en el empleado. Todos los recursos deberían ser parte de una secuencia y tener un orden y sentido pedagógico. No basta con seleccionar una buena charla TED, se trata de generar un envoltorio que la haga útil en mi programa de aprendizaje. También es importante que los participantes sepan por qué y para qué acceden a cada actividad.
Con esto son 2 los roles que un equipo de L&D debería tener, el “curador” de contenidos y el arquitecto de soluciones de aprendizaje. Si tienes un buen contenido, y está bien estructurado, ya solo necesitas un dinamizador que genere conversaciones, y el aprendizaje estará garantizado.
Podremos aprender muchas cosas con un mooc, o incluso viendo un vídeo (yo lo soluciono todo buscando vídeos en youtube) pero desde luego será complicado generar un impacto en el desarrollo de nuestros empleados, o transformar la cultura de mi compañía, solo poniendo a su disposición recursos curados sin coherencia, o catálogos de recursos abiertos.
A pesar de todas estas reflexiones, sí que creo que las empresas deben poner a disposición de sus empleados contenido variado, de diferentes temáticas y a través de distintas metodologías, que favorezcan que aquellos que tengan apetito de aprender, puedan hacerlo. Hay gente con una curiosidad excepcional, y hay que ayudarles a desarrollar todo su potencial.
Me quedo con esta reflexión de Herbert Gerjuoy, “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”. Así que si tienes la suerte de trabajar en una compañía que pone a tu disposición unos buenos contenidos, utilízalos, y si no es así, solo tienes que buscar en la red, no hay escusa para aprender todo lo que necesites saber para seguir siendo competitivo en este entorno de cambio.

Netflix, algoritmos y sentido del humor
Durante los 2 últimos años he leído y escuchado a muchos expertos en digital learning decir que los LMS deberían parecerse más a Netflix. Deberían hacerlo en cuando a experiencia de usuario, deberían ser un contenedor de recursos (diseñados por la compañía o de terceros, como Lynda, Ted-ed o Skillshare), y en función del usuario y sus necesidades (rol que tiene en la compañía o gaps detectados en su evaluación) visualice una serie de contenidos que sean de su interés, todo ello gracias a los algoritmos de recomendación.
Está claro que la forma en la que el participante consume recursos de aprendizaje debe cambiar y parecerse más a Netflix en cuanto a experiencia de usuario, la mayor parte de los LMS siguen en el modelo tradicional, me matriculo en un curso, lo realizo y fin de la historia. A veces, me matriculo año tras año en el mismo curso, lo que hace que los participantes estén cada vez menos vinculados con las iniciativas de aprendizaje de sus empresas.
Las plataformas de moocs sí han conseguido acercarse un poco a este concepto, y tienen la experiencia de usuario mejor resuelta.
Estoy de acuerdo con esta idea, pero para mí lo que realmente debería cambiar y parecerse más a Netflix son los contenidos, nos preocupamos mucho por la experiencia de usuario, porque el contenido que le recomendamos sea de su interés, pero hasta ahí llegamos, no nos preocupamos de lo que ven los alumnos. Los contenidos deberían ser de gran calidad, ya que también compiten con los de Netflix o los de HBO, o con cualquier plataforma de contenidos de red social a la que tengamos acceso.
¿Alguna vez hemos comprobado si alguno de nuestros participantes se conecta a partir de las 22 horas para ver un recurso que hemos diseñado?, si es así, habremos ganado la batalla contra Netflix, y querrá decir que estamos haciendo las cosas bien.
El guion es importante, competimos con grandes guiones, hay que crear buenas historias. Utilizar el humor o la intriga son dos buenas forma de vincular al participante con el contenido. Nuestros alumnos están aburridos de los recursos de siempre, del consultor que les da una master class a través de un vídeo, de los cursos “pasapáginas”,…Necesitamos historias que nos enganchen, nos diviertan y que además nos enseñen algo. Si no, siempre nos superarán series como “Stranger things”, “Black mirror” o “El cuento de la criada”.
A mi me pasa, me he matriculado en un mooc sobre metodologías ágiles de gestión de proyectos, y casi todas las noches gana la partida Netflix.
Lo tenemos comprobado, cuando hemos diseñado alguna serie formativa divertida los niveles de participación y satisfacción son elevados, los alumnos te lo agradecen.
Casi siempre los equipos de L&D están de acuerdo, “vamos a hacer algo diferente”, pero a la hora de la verdad, la mayor parte de las veces aparece la inseguridad, “¿de verdad vamos a lanzar a toda la compañía un recurso así?, ¿y si alguien se siente ofendido?”, y de ahí, vuelta al enfoque tradicional.
Soy de la opinión que siempre deberíamos arriesgarnos, que es mejor pasarse un poco de lo que se considera políticamente correcto que matar a nuestros alumnos de aburrimiento.
Hay que dejar de tener miedo al que dirán, para dejar de perder alumnos motivados, con ganas de aprender y de aportar. Es mucho mejor equivocarse que morirse de aburrimiento.
A fin de cuentas, como decía Chaplin, todo es un chiste.

El valor de conocer el talento
Usualmente asociamos la evaluación del talento como una vía para establecer planes de formación y desarrollo. O para medir el potencial en procesos de sucesiones, o de integraciones, compras o fusiones… Pero el análisis y la interpretación de los resultados en una evaluación del talento puede añadir información nuclear de la compañía, ayudando a la toma de decisiones estratégicas. Hoy quiero compartir con vosotros el valor que puede aportar a las compañías conocer el talento organizativo con el que cuentan.
Y lo haré inspirada en un caso real. Nuestro cliente nos contactó tras un cambio de rumbo en la estrategia de dirección (cosa cada vez más frecuente en estos tiempos de entornos inciertos y volátiles, lo que antes servía como referente hace tiempo que ha dejado de serlo). Quería conocer cómo el talento de las personas que formaban la organización podría ayudarle a impulsar las nuevas líneas estratégicas para ser más competitivos (en tres ejes: diversificación de productos y servicios, internacionalización y digitalización).
Pero comencemos por matizar qué entendemos por talento, que no es otra cosa que todo aquello que una persona puede llegar a hacer, maximizar sus fortalezas, minimizar sus barreras y transformar en reales sus capacidades potenciales.
En este contexto, acordamos con el cliente qué talentos serían necesarios para impulsar sus ejes estratégicos. Crear un perfil de éxito es similar a una receta de cocina… necesitas saber qué ingredientes son los que lleva un determinado pastel (qué habilidades o competencias) pero además necesitas establecer cuántos gramos de cada ingrediente dan el resultado óptimo (los niveles) para que nuestro pastel esté exquisito.
Y ya con la receta del talento creada, comenzamos a diseñar las pruebas situacionales que nos permitirían imbuir a las personas ante situaciones similares a las que habrían de afrontar en el escenario futuro de la transformación, para conocer el potencial disponible en todas y cada una de ellas.
Una vez medido el talento, un colectivo de gran tamaño como era éste, nos permitió extraer conclusiones que facilitaron las líneas de acción que habían de seguir para lograr la implantación exitosa de su nueva estrategia además de comprender el punto de origen.
Por ejemplo, encontramos que el colectivo de managers en posiciones directivas tenía más potencia táctica que estratégica, probablemente debido a estilos de dirección previos muy instalados en el ADN de las personas que conformaban la organización, en los que había escasa delegación y empoderamiento. Y de ahí la primera gran línea de acción: empoderar, crear un nuevo modelo de liderazgo organizativo, alineado con las nuevas necesidades y los nuevos tiempos.
Otra conclusión que arrojó la evaluación del mapa de talento se relacionaba con el trabajo colaborativo. Esta era una de las habilidades que se definieron como críticas entre el conjunto de ingredientes para el pastel del éxito. En esta ocasión, los resultados arrojaron que había una distancia significativa entre lo que se requería y la realidad de la forma en la que trabajaban las personas. Un análisis por áreas resultó clarificador: la estructura organizativa estaba fuertemente atomizada. Un gran número de áreas y departamentos, algunos unipersonales, sin duda dificultaban la fluidez de la colaboración y las sinergias entre las personas. No trabajaban en equipo porque el sistema no estaba diseñado para que así fuese.
Por tanto, la siguiente línea de acción estratégica más allá de la gestión del desarrollo de las personas dejaba clara la necesidad de una reorganización más plana, más sinérgica y agile.
Comprender además que el grueso de las personas que conformaban el colectivo tenían una alta orientación a las normas, los detalles y los procesos establecidos y que necesitaban directrices (algo que se explica por la cultura previa de la compañía, válida hasta ese momento), permitió además establecer un calendario de acciones de transformación faseado, acompasando los tempos al ritmo que el colectivo podía asumir, sin meter una presión que pudiese derivar en el fracaso del proceso de adaptación y cambio.
Estos son sólo algunos ejemplos del tremendo valor estratégico que supuso para la organización conocer y evaluar su talento, el potencial de sus personas, que permitieron ir más allá de las acciones de desarrollo.

Encontrar un sentido de propósito, primer paso para hacernos dueños de nuestro destino
“Soy el dueño de mi alma, el capitán de mi destino…” escribía en 1875 el inglés William E. Henley en su poema “Invictus”.
Y esas hermosas palabras, en estos tiempos del entorno VUCA (vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) en los que nos ha tocado vivir siguen teniendo una vigencia apabullante.
Ser dueño de mi alma y capitán de mi destino -ahí es nada- nos acerca a la idea de que aunque nos sucedan cosas que no podemos controlar, siempre tenemos el poder de gestionar cómo las afrontamos.
Cada vez son más las compañías con las que trabajamos que han tomado conciencia de la importancia de que sus personas tengan un fuerte “ownership”, esto es sentido de responsabilidad, sobre el trabajo que realizan, sobre los resultados que obtienen, sobre la evolución y el rumbo de su carrera profesional. Y es que es desde la responsabilidad desde donde las personas nos autolideramos. Es desde esa actitud donde dejamos de sentirnos marionetas del destino y de las decisiones de los demás y pasamos a ser agentes de cambio con poder para transformar nuestra realidad.
Las compañías que paulatinamente abrazan una filosofía de trabajo agile, necesitan personas comprometidas, responsables y autónomas. Que sepan lo que pueden hacer, cuándo pueden hacerlo y que proactivamente se comprometen con la calidad en tiempo y forma de su trabajo.
Trabajar de esta forma tiene una gran ventaja. Cuando asumimos la responsabilidad sobre cómo trabajamos y hacia dónde nos dirigimos, estamos empoderados, motivados y enchufados, con un alto nivel de energía: nos sentimos poderosos, porque sabemos que somos nosotros quienes decidimos sobre lo que hacemos y sobre los resultados de nuestro trabajo y nuestra vida.
Hacernos dueños de los resultados de nuestras acciones es fácilmente asumible cuando encontramos un sentido a lo que hacemos, cuando vemos que tiene un propósito que armoniza con lo que nosotros somos, con nuestros valores y nuestra esencia.
No siempre es fácil que tengamos claro nuestro propósito. Pero vale la pena invertir esfuerzos en descubrirlo… Quienes saben cuál es el sentido en el que quieren orientar su vida de forma clara, consiguen mover el mundo. El añorado Steve Jobs en el discurso que pronunció en una ceremonia de graduación en la universidad de Standford hace unos años, se atrevía a confesar al mundo que él no siempre tuvo claro su propósito… pero dejó que su instinto le guiase al tomar decisiones. Escuchar a su “brújula interna” y seguir su guía le llevó a conectar con su propósito, que era nada menos que un “Propósito Transformacional Masivo”. Y es que es sólo desde nuestro propósito desde donde tendremos la oportunidad de brillar, donde se sitúan nuestros talentos naturales. Me vienen a la cabeza unas palabras que pronunció Nelson Mandela en su discurso de como Presidente Electo de Sudáfrica en 1994 “(…) Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?, en realidad ¿quién eres tú para no serlo? El hecho de jugar a ser pequeño no le sirve al mundo (…) mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo (…)”.
Así que te invito a que te des permiso para brillar con toda tu intensidad y te atrevas a seguir tu brújula interior. Sé el dueño de tu destino.

¿Cómo entrenar a mi chatbot?
Durante los últimos 10 años he tenido la sensación de que la tecnología iba muy rápido, pero que en todo lo relacionado con digital learning estábamos estancados. Hemos estado hablando año tras año sobre las mismas tendencias, que no llegaban a hacerse realidad.
Sin embargo, en los últimos 3 años la cosa ha cambiado, las tendencias de las que hemos estado hablando los últimos años, están hasta en la sopa, y algunas de ellas incluso se han pasando de moda. Todo equipo de L&D que se precie tiene alguna experiencia de gamificación a sus espaldas, el aprendizaje social ya es una realidad, hay muchas organizaciones que ya alardean de que sus empleados se autodesarrollan con los recursos digitales que ponen a su disposición, incluso la realidad virtual está avanzando a pasos agigantados. Me encanta el ritmo al que van las cosas en el sector, por fin nos hemos puesto las pilas.
Una de las tendencias que está más en boga es la inteligencia artificial, los chatbot están muy presentes en las empresas para ofrecer servicios de atención al cliente e incluso de soporte al usuario. Todos hemos usado alguna vez el asistente virtual de Ikea, o hemos intentado que Siri entienda nuestras peticiones, ¿no?
Aunque al principio solo se usaban para gestionar tareas repetitivas de forma automática, gracias al avance de la Inteligencia Artificial, los chatbos están evolucionando, ya no son tan impersonales como al principio. Vodafone tiene a TOBi para su servicio de atención al cliente, de esta forma puedes dar soporte 24×7 sin necesidad de sobre dimensionar al equipo de atención, TOBi da respuesta a los clientes y va aprendiendo de cada pregunta, y le dirige a un agente de carne y hueso si no sabe dar respuesta al cliente.
¿Cómo entrenan a los chatbots las áreas de atención al cliente?, lo primero que hacen es permitir que el chatbot revise tantas interacciones con el cliente como sean necesarias (grabaciones de llamadas, mails recibidos y enviados,…), a partir de ahí comienza el entrenamiento con clientes reales y se mide la eficacia constantemente para ir ajustando el nivel de servicio. Lo que está claro es que el proceso de entrenamiento no termina nunca, es un aprendizaje constante.
En L&D no le estamos dando uso de forma intensiva, pero tiene un gran potencial, sobre todo para tutorizar programas de aprendizaje digital. Hay una primera capa de soporte al alumno que aunque es necesaria, no aporta valor al aprendizaje del participante, un chatbot permitiría dar respuesta a incidencias técnicas (no encuentro mi contraseña, no me carga la página, cuándo tengo que enviar la actividad,…), de esta forma los tutores podrían destinar sus horas de trabajo a acompañar al participante, a proponerle nuevos contenidos y asesorarle con su conocimiento experto.
Duolingo es un ejemplo perfecto de como un chatbot puede ayudarte a aprender, puedes mantener una conversación escrita con sus personajes y aprender idiomas.
Con uno de nuestros clientes hemos comenzado a usar uno de estos asistentes virtuales dotados de IA para retener el conocimiento de la compañía y usarlo luego para formar a toda la plantilla.
Un chatbot tiene múltiples ventajas para convertir las compañías en un entorno de aprendizaje constante:
- Interioriza el conocimiento de otros.
- Detecta talento en la organización, ya que conoce quien es el que más sabe de cada temática.
- Entrena al equipo a través de un sistema de preguntas. Los empleados pueden aprender de un tema partiendo de un nivel nulo de conocimientos.
El 80% del conocimiento de una compañía está en el cerebro de los empleados, dado que ya no trabajamos toda la vida en el mismo sitio, las empresas tienen que estar preparadas para retener el conocimiento, si no son capaces de hacerlo con el talento.
Para mí, el reto está en cómo integrar al chatbot en nuestra organización, y cómo entrenarle para que sea un impulsor de la gestión del conocimiento y el talento.

La mejor contribución de un coach: ¿Qué piensa el otro?
Es curioso ver la reacción habitual de un directivo cuando recibe feedback de su equipo en un 360º. Le preocupa “lo que le han puesto”, antes de “lo que están pensando”. Más el impacto en su prestigio, que el valor de la percepción que tienen de su comportamiento las personas que trabajan con él. Cuando la contribución del directivo está precisamente en el valor que consigue generar trabajando con ellos. El prestigio ya vendrá luego.
Esto es habitual en los directivos y en cualquier persona. Ponerse a la defensiva, retraerse a las percepciones de nuestro entorno.
Al directivo le ocurre, al recibir feedback y en cualquier momento, que estar tensionado o acelerado constituyen la pauta de su vida profesional. Vivimos aceleradamente comunicándonos cada vez con más personas y con ventanas de percepción muy estrechas. Y, con esas ventanas cerradas o entreabiertas, actuamos.
Los grandes vendedores dejan de serlo cuando dejan de escuchar a sus clientes para mirarse más a sí mismos.
Los grandes líderes dejan de serlo cuando sus convicciones les cierran a la escucha de su entorno colaborador.

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Introducimos ahora el coaching. Se compone básicamente de dos ingredientes: aprendizaje y acción. Sin aprendizaje, sin descubrimientos, seguiremos realizando las mismas acciones, con mayor encono, y menores resultados. Para poder encontrar y emprender nuevas acciones necesitan desbloquearse muchas percepciones internas que abran nuevas avenidas de actuación. Son los aprendizajes.
En mi experiencia como coach he visto que en un amplio porcentaje de casos, los aprendizajes pasan por enriquecer nuestras perspectivas con las percepciones de otros. No es ya ¿cómo ves el problema?, porque ese discurso el directivo ya está construido a modo de escudo, sino ¿cómo ven el problema otros alrededor suyo?
El coaching genera un entorno de fuerte rapport que permite al directivo superar las barreras que bloquean su interés. Las dos barreras que como coach he encontrado más habitualmente son el miedo a mostrarse vulnerable y la complacencia por los éxitos pasados.
El coaching permite desarrollar el coraje para escuchar la parte legítima, innovadora o anticipadora que el directivo se está perdiendo. Para poder afrontar (“me atrevo a escucharla, la busco”), aceptar (“tomo en consideración la parte de verdad que pueda tener”) e integrar (“la integro en mi modo de ver”) las percepciones de que se le pueden estar escapando en el pensamiento que guía su acción.
Esta es muchas veces la mejor contribución del coach, generar confianza en el líder para abrir su percepción a la escucha e integración de las percepciones de las personas clave alrededor del suyo. Algo básico pero poco habitual.
La Felicidad en el trabajo
¿Es posible ser feliz en el trabajo?
¿Es útil utilizar dicho término de felicidad como una variable significativa en la que incidir en nuestros entornos empresariales?
¡Creo firmemente que ambas respuestas son afirmativas! A lo largo del artículo desarrollaré mi afirmación apoyándome en mi propia experiencia, pero también:
- En el conocimiento del modelo de felicidad que en el año 2003 Martin Seligman (padre de la Psicología Positiva) valida como Teoría de la auténtica felicidad o teoría del bienestar.
- Y en los estudios científicos que ponen de manifiesto la relación directa de que a mayores índices de felicidad de los empleados en su trabajo, mayor rendimiento y menores niveles de absentismo y estrés laboral. (investigaciones del Ioener Instituye de Oxford en relación con el rendimiento; estudios de Hay Group en relación al absentismo laboral; datos relacionados con el estrés laboral de la Asociación de Accidentes de trabajo.
Comencemos basándonos en el modelo de felicidad o teoría del bienestar de Martin Seligman (2003; reformulada en 2011). Las variables que Seligman indica en su modelo correlacionan directamente con mayores niveles de bienestar, y a nada que pensemos en nuestras experiencias personales en las que nos sentimos más felices en nuestro trabajo, nos daremos cuenta como estas variables estuvieron presentes.
El modelo PERMA de Seligman resume 5 variables a trabajar en el incremento del bienestar:
- Positive Emotions (Emociones Positivas)
- Engagement (Entrega, compromiso)
- Relationships (Relaciones Positivas)
- Meaning (Sentido Vital / sentido laboral)
- Accomplishment (Logros)
El modelo PERMA se completa con la descripción y elaboración de un listado de 24 fortalezas, dicho listado es aceptado por la Comunidad Científica y evaluable a través del test VIA (disponible en su propia página web).
¿Qué son las fortalezas? Y ¿cómo correlacionan con el modelo PERMA de la teoría del bienestar?
Las fortalezas son recursos que todos tenemos en mayor o menor medida, son talentos naturales, aquello que se nos da bien hacer. (https://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/es/home)
- La clave está en conocer nuestras fortalezas y utilizarlas en todos los ámbitos de nuestra vida; hacerlo incrementará nuestro engagement, aumentando la sensación de disfrute, y la sensación de competencia y de confianza en nuestras propias capacidades.
- Los estudios realizados por Losada y Fredickson concluyen que experimentar tres emociones positivas por cada emoción negativa genera un mayor equilibrio emocional. En los estudios en empresas, los resultados mostraron un crecimiento económico mayor con el ratio de emociones 3:1 (3 emociones por cada emoción negativa).
- Las relaciones positivas indica la importancia de contar con apoyos seguros y actividades ricas y saludables tanto en el entorno empresarial como en el entorno personal.
- Si nos centramos en el entorno empresarial utilizaremos el término sentido laboral (vital). Nos sentimos mejor, más implicados cuando vemos y creemos que nuestro trabajo tiene sentido y aporta valor tanto al resto de miembros del equipo, como a clientes y/o al resultado de la compañía.
- Tener objetivos alcanzables, claros y definidos y acompañarlos de aprender a disfrutar del camino para alcanzarlos, fomenta la motivación y correlaciona con mayor bienestar.
En resumen, ¿podemos ser más felices? SI. Potenciar estas 5 variables correlaciona directamente con mayor felicidad.

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¿Y si fuera posible tener una organización más saludable, con mejora de resultados, mejora del rendimiento y menores niveles de absentismo?, es decir, con un funcionamiento óptimo, dedicando tiempo a estos conceptos y al conocimiento de lo que entienden por felicidad sus empleados.
Hagamos un pequeño ejercicio. ¿Qué es para mí ser feliz en el trabajo? Mi definición de felicidad laboral es un estado de armonía interior, en el que pueda poner en juego mis capacidades y fortalezas para ir alcanzando pequeñas metas propias y de la compañía sintiendo que soy capaz de desenvolverme, donde a la vez perciba que se refuerzan y valoran los puntos fuertes y se incida menos en las debilidades, donde perciba honestidad, autenticidad y equidad hacia la valoración de resultados por parte de la dirección, aderezado todo ello con un ambiente de amabilidad, generosidad y dotado de las herramientas y recursos de apoyo por parte de los compañeros y de la dirección. ¿Qué significa para ti…?
Cuando la propia definición de felicidad laboral de cada uno se aleja significativamente de la realidad de cada uno en su trabajo, los problemas que se derivan son entre otros: estrés, burnout y acciones para buscar la salida de la compañía, etc.
Para finalizar, me gustaría comentar algunas de las fortalezas que correlacionan altamente con el bienestar y cuya práctica de pequeñas actividades mejoran significativamente su utilización y generación de bienestar son:
- Optimismo Inteligente: Quedémonos con lo bueno de nuestro día a día, confiemos en que lo ocurrido puede ser algo temporal, en ocasiones externo y específico y que con nuestras habilidades y esfuerzo podremos cambiar nuestras acciones en la dirección deseada. Ejercicio: Apuntemos como sería un día ideal de trabajo, describámoslo en un papel con todo detalle e intentemos ponerlo en práctica un día de la semana.
- Gratitud: Dar las gracias por lo bueno que tenemos en nuestra vida y nuestro día. Ejercicio: apuntar durante una semana siempre al final del día, 3 cosas que nos gustan de nuestra vida o del día. Este es un potente ejercicio con resultados que se mantienen a lo largo de los meses.
- Vitalidad: Cuidemos nuestra energía a través de la alimentación, el deporte, el saboreo de las pequeñas cosas y la atención a los pequeños detalles de nuestro día a día. Ejercicio: hagamos una actividad pequeña para cada uno de nuestros sentidos centrándonos en las sensaciones /emociones que nos produce. Ej: oído (escuchar una canción prestando atención sólo a ese momento, a lo que nos transmite), gusto (saboreo de un alimento o comida que nos resulta placentero) …
Existen multitud de pequeños ejercicios cuya vivencia en primera persona, me permite contaros con conocimiento de causa, el potencial que tienen en la generación de bienestar en un corto plazo de tiempo. Desde Moebius, trabajamos también para acompañar a nuestros clientes, sus directivos, comerciales, etc. hacia una cultura de potenciación de fortalezas, de felicidad, de resultados y bienestar personal y organizacional.
Encarguémonos personalmente de nuestra felicidad y de la de nuestros empleados. ES POSIBLE Y …¡¡FUNCIONA!!
Mentalidad de crecimiento para la Transformación Digital
La neuroplasticidad cerebral y por qué Microsoft lo está haciendo bien

Foto: Cortesía de Xavier Vergés vía Flickr
Si tuviéramos una poción secreta para conseguir que las personas en una organización:
- Buscaran y abrazasen favorablemente nuevos retos
- Fueran más persistentes al enfrentarse a los contratiempos
- Valoraran positivamente el esfuerzo como la forma de conseguir el éxito
- Agradecieran y buscaran cualquier tipo de feedback, incluido el crítico
- Aprendieran y se alegraran sinceramente del éxito de los demás
- Tuvieran una mayor voluntad por aprender
- Consiguieran mayores niveles de desempeño
- Hicieran menos “trampas” para conseguir los objetivos, y no fueran tanto del “postureo”
¿Os gustaría saber cuál es? Y todo ello, con una mayor sensación de actuar bajo su propia voluntad, comprometidos y capacitados. ¿Cuál es el secreto?
Por fortuna secreto no hay ninguno. La clave está en la plasticidad de nuestros cerebros. La ciencia ha demostrado que, en función de las actividades que realicemos, literalmente el cerebro puede cambiar. Creando nuevas neuronas (neurogénesis) y fortaleciendo las vías neurológicas. Esto se llama neuroplasticidad, es decir la capacidad del cerebro para reestructurarse en base a las prácticas repetitivas y al aprendizaje. Por tanto, cambiando nuestras acciones y pensamientos, tenemos la capacidad de cambiar literalmente nuestros cerebros.
Relacionado con ello, es realmente interesante conocer el trabajo de la investigadora de la Standford University Carol Dweck. No os perdáis este TED suyo. Ella y su equipo, han llevado a cabo numerosas investigaciones, originariamente con niños, (todo lo que aquí expondremos puede ser trasladado a la educación de nuestros hijos), donde demuestran que las personas que creen que sus talentos y capacidades pueden ser desarrollados, obtienen más éxitos a largo plazo, que los que creen que sus capacidades e inteligencia son un factor fijo y sobre el que no se puede actuar. La creencia de que el talento e inteligencia puede desarrollarse y crecer, a través del trabajo duro, nuevas estrategias y el feedback de los que nos rodean, configuraría lo que Dweck denomina una mentalidad de desarrollo o crecimiento (Growth Mindset). Lo contrario, implica una mentalidad fija o rígida.

Foto: Cortesía de Bhupinder Nayyar vía Flickr
Satya Nadella, nuevo CEO de Microsoft desde 2014, está transformando la veterana compañía, que lleva más de 40 años en el mercado, para afrontar los radicales retos a los que se enfrenta cualquier empresa y la sociedad. Y parece ser que no lo está haciendo nada mal, a tenor de la evolución de la cotización, y de la crítica general. Nadella ha convertido el concepto de Growth Mindset en el “core” sobre el que ha “sacudido” la cultura de la organización. Algunas de las medidas que visualizan estos cambios son:
- El Hackathon anual Microsoft, donde los empleados tienen la oportunidad de salir de sus trabajos diarios y desarrollar habilidades de liderazgo, colaborando y aportando valor para desarrollar ideas de negocio o de impacto social de su interés. En caso de resultar ganadoras, reciben financiación para su desarrollo.
- Lanzamiento de proyectos de alto riesgo “inteligente”, en los que se fomenta el aprendizaje rápido a través de la prueba y el error. Nuevos líderes emergen, con un alto sentido del propósito, progresando más rápidamente que el promedio de los líderes senior. Microsoft está ahora trabajando en el siguiente paso: asegurar que los riesgos inteligentes se estimulen y recompensen, tanto si tienen éxito o no, siempre y cuando produzcan insights que sirvan para seguir impulsando a la compañía.
- El programa de talento redefinido, el Talent Talks, que va más allá de identificar a los High Potentials mediante la típica medición de rasgos clave. Asume que todo el mundo tiene potencial, y que el talento no está predeterminado ni es estático. El propio CEO y la alta dirección se implican en la revisión de talentos en cada rincón de la empresa, creando oportunidades de crecimiento para todos.
Empezábamos este post con una lista de características realmente formidables, que estoy seguro que todos querríamos para nuestras organizaciones. Pues bien, ésas son las características que se observan en las personas que cuentan con una mentalidad de crecimiento, realmente auténtica.












