El aprendizaje colaborativo
Hace unos meses descubrí el aprendizaje colaborativo, a pesar de llevar desde hace años formándome y trabajando, nunca había tenido la oportunidad de ponerlo en práctica. Al reflexionar sobre ello barajé que una de las posibles razones de mi desconocimiento podría ser por su relativamente reciente aparición gracias a las nuevas tecnologías que hoy están a nuestro alcance; sin embargo si buscamos una definición encontramos que se refiere al abandono del paradigma de enseñanza clásico de trasmisión de conocimientos de profesor a alumno y la adopción de una enseñanza basada en compartir conocimientos entre alumnos. En definitiva, el alumno pasa a tener un rol más activo en su propio aprendizaje, entonces me pregunté ¿nunca antes he adquirido nuevos conocimientos a través de la colaboración? Lamentablemente, en líneas generales, no.
Al plantear la ausencia de esta práctica durante mi desarrollo profesional llego siempre a una misma conclusión: La educación superior debería haber sido la promotora de este tipo de enseñanza a través de trabajos en equipo, donde los participantes tienen que compartir experiencias y conocimientos y mantener una constante interacción social, ¿Cómo es posible que el modelo universitario siga siendo, en muchos casos, una réplica del modelo de enseñanza básica y secundaria donde el profesor imparte su lección y los alumnos toman apuntes y, en cambio, no se apuesta por una enseñanza con mayor interacción?.
Ahora, bajo el amparo de un mundo globalizado y la enseñanza on-line, se ha podido relanzar la opción de un trabajo colaborativo donde alumnos deben realizar actividades en equipo a través de su ordenador y/o su dispositivo móvil. Así gracias a herramientas on-line síncronas como los chats, whatsapp, webinars y asíncronas como los foros y el correo electrónico, el participante colabora, analiza, lidera, construye y distribuye su trabajo. Las ventajas son fácilmente reseñables, pero lo más destacado de este nuevo paradigma no es solo que los límites del tiempo y el espacio se difuminen (puedes realizar un trabajo colaborativo desde tu casa con tu compañero de equipo que vive al otro lado del mundo) si no que se hace más igualitario y menos jerárquico: todos deben participar y aportar algo para llegar a un fin común.
Mi primera experiencia practicando el aprendizaje colaborativo a través de una herramienta “en la nube” fue muy enriquecedora y permitió aumentar mis niveles de motivación extrínseca y bajar mi ansiedad ante una nueva tarea, coincidiendo curiosamente con el resultado obtenido en un estudio que se realizó a 80 estudiantes mexicanos de educación superior para propiciar el cambio de sus motivaciones y estrategias de aprendizaje por medio de actividades orientadas al aprendizaje autogestionado y el trabajo colaborativo en la modalidad BLearning.
No obstante, como punto negativo, comprobé que el esfuerzo para afrontar la tarea fue mayor al necesitar un esfuerzo extra por no recibir la información de un único y cómodo canal (como la charla de un formador), y por intentar coordinar y dar coherencia a lo expresado por diferentes compañeros de equipo, con quienes no puedes trabajar en persona.
Para concluir lanzo una reflexión: si solo una breve experiencia me ha permitido apreciar las virtudes del aprendizaje colaborativo y convertirme en defensora de un concepto con futuro, ¿es posible imaginarse lo que supondría si se implantara en escuelas y en empresas? Solamente puedo augurar que podría suponer que por fin el alumno sea dueño de su propio aprendizaje colaborando entre iguales.
María Segovia



