¿Esclavos de la tecnología?
Son muchos los que aseguran que la tecnología ha mejorado nuestras vidas, ya no necesitamos esperar largas colas para hacer una operación en el banco, para comprar una entrada de un concierto o para visitar un museo (https://www.google.com/culturalinstitute/project/art-project?hl=es), todo está accesible a través de la red. Hemos ganado tiempo, ahora todo es más rápido, somos mucho más eficaces.
Hoy en día hay 6 mil millones de teléfonos móviles en el mundo, sobre una población de 7 mil millones. Mil millones de estos terminales son smartphones, por lo que el acceso a Internet y a todos sus recursos y contenidos es más sencillo que 5 años atrás.
Sin embargo, algunas personas se preguntan, ¿no estaremos demasiado conectados?, ¿no nos estaremos perdiendo la esencia de nuestras experiencias?
No es raro viajar a Roma e ir a la ver la Fontana de Trevi y ver a un 99% de los turistas haciendo fotos a la fontana con sus smartphones, utilizando sus palos de “selfie” para hacerse fotos con otras personas, si miras a tu alrededor son pocas las personas que contemplan el monumento, los que realmente viven un momento único y disfrutan realmente de ello, ¿cuántas veces miramos esas fotos cuando regresamos de nuestro viaje?, posiblemente se queden archivadas en nuestros discos duros, o quizás tengan la suerte de ser publicadas en una de nuestras redes sociales y tener una vida más longeva. Dentro de 2 años no recordaremos cómo es la Fontana de Trevi y ya no miraremos nuestras fotos, sin embargo, seguro que las personas que contemplaron la Fontana, no han olvidado esa imagen.
Cuando vas a un concierto la experiencia es similar, el número de tablets y smartphones grabando al grupo va en alza, en 10 años los smartphones han sustituido a los mecheros, ¿estamos de esa forma disfrutando de nuestra canción favorita?, ¿no nos estamos perdiendo la esencia de la experiencia?
Con las nuevas tecnologías en el ámbito laboral ocurre algo similar, estamos 100% conectados, algo ideal para generar nuevas oportunidades de negocio, para dar una respuesta ágil y eficaz a nuestros clientes y para ser mejores profesionales, ¿pero desconectamos realmente en algún momento?. Algunos piensan que somos esclavos de la tecnología.
Todas estas experiencias son extrapolables al ámbito de la formación, la tecnología lo ha llenado todo, la diversidad de recursos y de herramientas tecnológicas es enorme, y va en alza, todos sabemos lo que significa palabras que hace un par de años no eran tan comunes: LMS, foros, blogs, wikis, m-Learning, redes sociales, gamificación, u-learning,…
¿Debería tener un lugar tan importante la tecnología en el proceso formativo?, si nos centramos mucho en ella podemos perder de vista la pedagogía, algo que no debería ocurrir si queremos que nuestros alumnos aprendan y consigan sus objetivos de aprendizaje.
La tecnología no debería ser el fin, sino el medio para conseguir el objetivo definido en cada programa formativo. ¿Deberíamos dar la espalda a la tecnología?. Quizás debemos tomar lo bueno que nos ofrece, pero hacerlo a la inversa, definamos primero como son nuestros alumnos, que necesidades tienen y qué queremos que aprendan, y luego, busquemos los mejores recursos y herramientas para conseguirlo.
No hace falta tener un LMS en todos los proyectos, no hace falta tener una píldora e-learning en todos los programas, se trata de definir itinerarios formativos con cabeza, teniendo en cuenta la casuística de cada colectivo (ubicación geográfica, edad, perfil, necesidades formativas,…) y definir actividades que encajen con él.
No perdamos la esencia de nuestros programas formativos, no hagamos que la tecnología ciegue a nuestros alumnos y no disfruten del viaje que le ofrecemos. Hablemos con nuestros los Departamentos de Formación y nuestros alumnos, y luego definamos qué papel tendrá la tecnología en sus procesos de aprendizaje.
¿Tecnología?, si, mucha. ¿Esclavos de la tecnología?, no, gracias.




