Ganas de hacer cosas, pero poca convicción

Ser consultor me obliga a entender los retos y objetivos de mis clientes para proponer iniciativas que les ayuden en su consecución. Y el entorno raro, raro… me está despistando.
Esta semana he tenido la oportunidad de asistir a una interesante ponencia del director de estudios de una importante entidad financiera. Le hablaba a un grupo de directores de banca de empresas para compartir con ellos reflexiones sobre el contexto en el que sus clientes tendrán que tomar decisiones y poder así asesorarles mejor.
En general, dibujó un panorama optimista en el que la economía española crecería este año alrededor del 3%. Sin embargo, fue prudente al analizar su evolución los próximos años. Cuando entró a diseccionar los motivos del crecimiento, comentó que una parte importante se debe a la confluencia de un conjunto de circunstancias favorables que no duraran eternamente (tipos de interés, de cambio, precio del petróleo etc.). De uno a dos puntos de ese crecimiento del 3%, se deben, en su opinión, a estas condiciones favorables que terminarán en algún momento indeterminado.
El resto viene determinado por el modelo productivo de nuestra economía, que sorprendentemente se recuperaba debido a la activación de muchas de las variables de siempre: inversión pública, consumo interno, el sector de la construcción…es decir, lo de siempre. El ponente concluyó diciendo que un modelo productivo no se cambia en un par de años, sino a largo plazo y empezando ya a trabajar en los aspectos de carácter estructural que lo permitan. Cosa que no parece que esté pasando. En resumen, parece que la economía va bien, pero no se sabe por cuánto tiempo y no parece que hayamos hecho los deberes para cambiar el modelo productivo. O sea, incertidumbre e inacción.
Durante la ponencia no pude dejar de pensar en varios de mis propios clientes: departamentos comerciales y de RRHH que intentan transformar sus organizaciones. Y de repente, entendí muchas cosas. Atendiendo a variables macroeconómicas, se comprende que haya una cierta prudencia que lleva a muchas empresas a no iniciar demasiados proyectos. Todos tenemos ganas de hacer cosas y un cierto sentido de urgencia de aprovechar el ciclo de recuperación que vivimos, pero nadie o casi nadie se fía del entorno.
Lo que se entiende menos es la falta de iniciativas para cambiar el “modelo productivo” y adaptarlo a los nuevos mercados. Si las empresas no aprovechan los momentos de incertidumbre que concitan deseo de cambio para transformarse, tienen muy difícil hacerlo nunca. Tomar decisiones de este tipo requiere una gran visión, valor de hacer lo que se debe hacer y voluntad de hacerlo. Yo lo primero lo veo por donde voy, lo segundo no lo he dudado nunca. Lo tercero debe ser lo que nos está fallando.



