(Español) ¿Será 2015 el año de aprendizaje?
La evolución en los modelos de aprendizaje no es un tema nuevo, son muchos los que se han cuestionado la efectividad del aprendizaje unidireccional clásico (Howard Gardner, Benjamin Bloom, Paulo Freire, John Dewey y un largo etcétera) pero, aunque sea un tema muy recurrente, no deja de ser muy relevante en la sociedad y la empresa. Para estas últimas quizás lo sea más que nunca, ya que en la “sociedad de la información” el principal elemento competitivo es la capacidad de aprender de los profesionales.
Muchos se han cuestionado qué es más importante: la estrategia o la implantación. Yo soy de los que prefiere no elegir, consciente de que una sin la otra no tiene un buen futuro. En cualquier caso, si alguien en tu empresa tiene una buena idea o una genial, algo que implique un pequeño cambio o una transgresora nueva manera de hacer las cosas; alguien va a tener que aprender algo nuevo y desaprender algo antiguo.
Por tanto, el aprendizaje es absolutamente fundamental para el éxito de las organizaciones. Y con ello, los “departamentos de formación y desarrollo” se convierten en uno de los principales elementos de competitividad de las empresas. Los garantes del aprendizaje en sus empresas.
Y a pesar ello, uno echa la vista atrás y comprueba qué poco ha cambiado en el mundo de la formación en la empresa. La tecnología nos da un mundo de posibilidades que va mucho más allá de la eficiencia del canal. Algunas las aprovechan mejor que otros, pero no estamos aprendiendo mejor. Analiza las evaluaciones de desempeño de tu organización o los estudios de necesidades de desarrollo. Seguimos dando vueltas una y otra vez a las mismas necesidades: gestión del tiempo, orientación al cliente, innovación, trabajo en equipo… y, cómo no, liderazgo. Una y otra vez, todo sigue igual.
Y se crea una necesidad que se torna en urgencia, y queremos hacer cosas distintas, pero todo se parece mucho a lo de siempre. Los formatos y cuestiones tácticas pueden haber cambiado mucho, pero los modelos de aprendizaje son los de siempre. Porque sólo unos pocos hablan de aprendizaje.
Y nos cuestionamos: el constructivismo, el alosterismo, el conectivismo, y lo que se ponga por delante. Y de repente leemos sobre “Flipping-class” y nos lanzamos a pedir preworks; pero los participantes no se implican, ni de cerca, lo que necesitamos. Y todo sigue igual. ¿Y el aprendizaje?
Y llega la tecnología salvadora e implantamos LMS cada vez más potentes; primero soluciones propietarias, luego en la nube, más sociales, más versátiles, más “responsive”, y las llenamos de recursos… Y todo sigue igual. ¿Y el aprendizaje?
Y las empresas apuestan por traer a la función de formación a profesionales con espíritu práctico (preferiblemente del negocio) para que den un poco de foco a todo esto. Y enfocan mejor que nunca los programas de formación a las necesidades del negocio. Y pasan los años, y se vuelven profesionales de la función y exploran el ROI de la información y reviven a Kilpatrick y… como mucho, nos dejan nuevas maneras de medir la satisfacción del participante como el NPS. Y se nos cuela el KPI de que los programas “hagan ruido”. Y todo sigue igual. ¿Y el aprendizaje?
Quizás este año, que empieza con razonable optimismo y muchos aprendizajes de esta larga crisis, sea el año de centrarnos en lo importante: en luchar contra viento y marea por un pequeño avance, el de poner el marketing al servicio de la formación y no convertirlo en el fin, en que nunca más hablemos de ruido y sí de compañeros haciendo alguna pequeña cosa de manera diferente, el de trascender la sala y el LMS, el que vuelvan los pedagogos…
Quizás 2015 sea el año del aprendizaje.



